El consumo de agua en agricultura y en la industria alimentaria se ha incrementado y sigue en ascenso, favorecido en parte por el aumento de la población y en consecuencia por la necesidad de alimentación de la misma. El escenario hídrico y los prolongados periodos de sequía principalmente en el sur del país cuyo pronóstico es poco alentador para los próximos años debido al cambio climático, pone de manifiesto que acciones que favorezcan una gestión más eficiente del agua o el incremento de ésta para su uso en agricultura son imprescindibles.
En lo que respecta al olivar, Andalucía es la primera comunidad autónoma en superficie de cultivo, con algo más de un 60% en secano y casi un 40% en regadío. En el primer caso, se plantea una necesidad de mejora de aprovechamiento del agua por parte del cultivo, mientras que, en el segundo, además se requiere de innovaciones que permitan aumentar la cantidad de agua disponible o mejore su eficiencia de uso y siempre con una calidad adecuada. Esta aproximación puede llevarse a cabo desde distintos ámbitos de actuación, como pueden abordarse desde un punto de vista agrícola, industrial, etc.